Título: Destiny.
Pareja: YooSu
Género: Slash, Romance.
Extensión: One-Shot
Junsu
lloraba desconsoladamente frente al sepulcro de sus padres, habían fallecido
hace ya un año en un accidente automovilístico; pero el pequeño Kim se negaba a
aceptar la gran perdida. Cada día iba al cementerio, les llevaba flores nuevas
y le era inevitable el derramar lágrimas, él se sentía culpable de semejante
tragedia.
Kim Junsu y Kim JunHo, eran hermanos gemelos y ambos habían quedado bajo el
cuidado de sus tíos.
Su
comportamiento cambio drásticamente, antes era un chico alegre e hiperactivo,
que le gustaba salir y jugar futbol con sus amigos; ahora se comportaba de una
manera sobria y un tanto amargada. JunHo no estaba mejor, pero intentaba salir
y recuperarse de la perdida, porque él era consciente que era lo que sus padres
querían.
Apoyaba a Junsu y lo motivaba a que siguiera en el equipo de soccer, aunque no
lo quiso así.
Kim
Junsu encontró un nuevo refugio en la biblioteca; comenzó a ir todos los días
después de clases. Y esa tarde lluviosa conoció a un chico que le cambiaria su
suerte.
El chico de profundos ojos negros lo miro momentáneamente, dejando a Junsu
hipnotizado con la perfección que su rostro mostraba. Los ojos oscuros como una noche sin estrella
alguna, los labios gruesos y rojos – tan apetecibles que se mostraban, que él mismo relamió los
suyos sin ser consciente de ello –, la clara y sincera sonrisa esbozada en el
instante en que sus miradas se cruzaran. Junsu quería saber su nombre, quería
saber sobre él.
No
volvió a verlo, sino un mes después, un martes exactamente un mes después. Se
encontraba leyendo distraídamente, porque estaba al pendiente de si arribaba el
susodicho. Lo vio pasar el umbral de la puerta y su corazón se acelero, de tal
manera que pensó que podría morir ahí mismo. El joven se dirigió con la
señorita que registraba todo, entregándole un par de libros y pidiendo otros
más para leer ahí.
Lo miro
desde su lugar, prestándole atención a cada movimiento que hacía. “Aquí tiene
joven Park” escucho decir a la bibliotecaria en apenas un susurro… “Joven Park”
comenzó a sonar en su cabeza, retumbando casi tan fuerte como los latidos
presurosos de su corazón.
Park se
ubico justo en frente de la mesa donde Kim fingía leer; y dejo de respirar por
un instante, la brisa entro y llego a Junsu el grato olor del perfume del
pelinegro, que estaba justo frente a él. Regreso en sí, cuando sintió su mirada
puesta sobre él.
Pasaban
los días y seguía observándolo desde el que se hizo su lugar favorito de la
biblioteca. Iba cada fin de semana, a visitar el sepulcro de sus padres, ya no lloraba igual, ahora sonreía con una
paz que lo embargaba sin saber el lugar de su procedencia. Les contaba sobre
Park, sobre sus ganas de hablar con él, de conocerlo.
JunHo
noto el cambio y se entero de la existencia del pelinegro también; le agradeció a sus padres por enviarle ese
‘ángel’ que lo hizo volver a sonreír.
Paso otros dos meses, cuando por fin Junsu había acumulado la fuerza necesaria
para abordarlo; pero fue Park quien dio el primer paso aquel martes de
diciembre, los primeros fríos ya habían hecho presencia y ambos sonrieron al
cruzar miradas a la llegada de Kim, quien se sorprendió de encontrarlo en su
lugar de planta.
Se
acerco con un nerviosismo que le hacía que temblaran sus rodillas; estaba
decidido a hablarle y oyó su voz profunda y grave, hablarle: “Hola…” sonrió con
calidez y Junsu se sintió desfallecer. “Hola, soy…” y no pudo terminar porque
fue interrumpido por el pelinegro: “Junsu, no es así?” asintió sonrojándose
ligeramente. “Tu nombre es..?” le pregunto con ese dejo de timidez en la voz.
“Park Yoochun, mucho gusto” e hizo una pequeña venia con la cabeza. El castaño sonrió ampliamente
y de igual manera hizo una corta venia. “Puedo sentarme aquí?” cuestiono
dudoso. “Claro, y dime que es lo que haces siempre aquí, en lugar de salir?”
Junsu se acomodo a su lado, e intento explicar su situación.
Nunca
pensó que Yoochun se convertiría alguien
con el que pudiese volver a reír como lo hacía tiempo atrás, se volvió algo
incontrolable el deseo de estar a su lado. Siempre se veían en la biblioteca y
de ahí partían a otro sitio para tener una especie de cita… en ocasiones era el
pelinegro quien iba por Junsu a su escuela, para ir a comer o llevarlo a casa.
Conoció
a JunHo y hablo con él sobre Junsu, el gemelo Kim, sabía que existía algo entre
ellos, aunque tal vez no fueran muy conscientes de ello. Pero quiso saberlo y se lo pregunto sin
rodeos, “Yoochun, te gusta mi hermano, verdad?” el pelinegro se atraganto con
el trago de refresco que tenia, sonrió nervioso y sintió su rostro enrojecer
cono hacia tiempo no pasaba.
“Ejemm, pues seré sincero contigo, si me gusta y hare todo lo posible porque él
sea feliz” Fue sincero y no mentía en nada, lo quería de verdad, lo quería para
estar a su lado para toda la vida.
“Me alegro de que Junsu tenga alguien en su vida, alguien que lo ha hecho
volver a sonreír, confió en ti, eres alguien que se ha ganado mi confianza y la
de mis tíos” JunHo se avergonzó, pues se estaba comportando como un padre
sobreprotector, pero no podía evitarlo, para él el castaño era su pequeño
hermano, aunque tan solo por un par de minutos. Yoochun había logrado sonreír
ante tales palabras, comprendía el porqué se comportaba así, el hubiese hecho
lo mismo si hubiera pasado por algo tan difícil. Yoochun mismo lo hubiese hecho
con Yoohwan, su hermano menor… y lo hará el día que lleve a alguien.
“Pero no sé, si a Junsu le guste, tú qué
crees?” le pregunto pues quería saber si el castaño le habría comentado algo.
“La verdad, no te diré lo que me ha dicho… pero sé que tienes ya un lugar en su
corazón, solo no quiero que lo dañes, de acuerdo?” dijo en tono serio, y el
pelinegro supo que nunca lo haría y se lo hizo saber: “Yo no pienso dañarlo, es
alguien que llego a mi vida para hacerme y hacerlo feliz” respondió seguro de
lo que sentía por el castaño.
El
tiempo siguió su curso, como el rio que no detiene el paso de sus aguas; ambos
chicos pasaban todo el día juntos, porque Junsu había salido de vacaciones en
el colegio… y Yoochun por su parte de la universidad; así que como si estuviera
todo planeado por el destino, se encontraban en el pequeño café, al cual
acostumbraban ir, casi a diario. Camino
a él, ambos podían escuchar sus corazones latir intensamente, todo estaba predispuesto…ambos
lo sabían y lo negaban aun.
Tomaron
asiento, uno junto al otro, mirándose fijamente por unos segundos…. Como
aquella vez primera, aquella que basto para saber que se amarían aun sin
conocer sus nombres…. Sus rostros se tiñeron de carmesí y desviaron la mirada.
Ordenaron sus bebidas calientes, pues el clima tan frio, no dejaba para beber
otra cosa. El silencio no era nada incomodo, todo lo contrario parecía unirlos
más, acercarlos, se hablaban a través de él. El pelinegro suspiro, ese suspiro
basto para acelerar el ritmo cardiaco del castaño. “Junsu-ah, desde la primera vez que te vi, lo supe, mis
pasos me llevaron a ti; todo en ti me atrajo aun sin saber tu nombre, aun sin
conocerte comencé a amarte… es como si,
el destino lo tuviera contemplado desde que naciéramos, unir nuestras vidas en
el tiempo en que más necesitábamos de alguien. Te amo Junsu-ah… y nunca me
había sentido así, nunca en la vida había querido a alguien, había necesitado
de una persona para respirar, para vivir… te convertiste en mi vida, tienes mi
corazón y no podría seguir aquí sin ti…” Junsu miraba anonado y con un tremendo
sonrojo en su bello rostro, lo amaba de igual manera…. Y solo conseguía
memorizar cada palabra, cada gesto que el pelinegro hacia. Quería conservarlos
para siempre en su mente… “Kim Junsu, quiero pedirte que seas mi novio, el
dueño de este amor, el único que en mi vida amare… aceptas?” Termino de hablar, ansioso por la repuesta del
castaño, que no llegaba rápidamente… entro en shock cuando sintió la tibieza y
calidez de esos labios de azúcar hacer presión en los propios. Sus brazos
rodeando el cuello de Yoochun, los del pelinegro se movieron con torpeza y
rodearon la exquisita cintura de su ahora novio. Respondió a ese beso, con
parsimonia, con todo ese amor que tenia para darle, rompieron el beso cuando
necesitaron tomar oxigeno para seguir viviendo. Pero el oxigeno que
necesitaban, era la existencia del otro. “Yoochun-ah, y-yo te he pensado
de un modo inconfesable, de una manera inexplicable, de una forma inusual, te
pienso con la incoherencia de mi pensamiento, con las conspiración de mi
conciencia, te pienso con mis distintos estados de ánimo, que son bastantes, te
pienso planeada e improvisadamente, te pienso con tu ausencia y presencia, te
pienso con argumentos y sin ellos, te pienso sin razones ni fundamentos, te
pienso involuntariamente, por impulso, inconsecuencia, por deseo, y por no
desearlo también, ilógica y desenfrenadamente te pienso. Te pienso sin
importarme un por qué, te pienso con lo mejor y peor de mi, te pienso sin
tiempos ni limites, te pienso sin cuestionármelo, te pienso aún cuando digo que
no lo hago, te pienso cuando olvido la razón para pensar en ti...y Te amo, te
amo porque sé que esto estaba escrito desde antes, porque he esperado por
ti…por este amor, que nos invade desde
las entrañas… que nos llena y nos gratifica la vida…que nos hizo volver a
sonreír a ambos…llegaste cuando más te necesitaba, cuando caía en un mundo
gris…llegaste y lo iluminaste todo, te amo, no solo hoy, sino para siempre,
Park Yoochun”
Ambos se contemplaron nuevamente a los ojos, fijamente, con
todo el amor que guardaban ya declarado, con ternura infinita y comenzaron un
nuevo ciclo en esa vida, que el destino ya había escrito que pese a las
pérdidas que tuviesen, iban a lograr encontrar la felicidad en el momento en
que menos pensaron…en el día cualquiera que ninguno de los dos, sabía lo que
significaría estar ahí.
Fin C: